Este tipo de evento cultural se convierte muchas veces en una obligación tanto para los padres como para los hijos. Para algunos niños sensibles, disfrazarse no es una fiesta divertida.

Los colegios se llenarán en pocas horas del barullo y del color propio de los carnavales. Sin embargo, tal vez desconozcáis que es normal que a muchos niños y niñas no les guste disfrazarse, sean o no altamente sensibles. 

Los trajes, las pinturas y demás accesorios ya están listos para disfrutar del carnaval, unos festejos de gran arraigo tanto en los pueblos como en las ciudades del país; y los más pequeños, emocionados con participar en los desfiles del colegio estrenando los diseños que ellos mismos han creado … ¿O no?

La mayoría de los niños disfrutan jugando a disfrazarse de sus personajes favoritos. No tienen inconveniente en que se les pinte la cara o se le realicen divertidos peinados. Pero este tipo de evento cultural se convierte muchas veces en una obligación tanto para los padres como para los hijos, una presión social para transformar nuestra imagen durante unas horas.

El Carnaval está ya a la vuelta de la esquina. Los trajes y las pinturas a punto para esta celebración pagana que comienza justo antes de la Cuaresma Cristiana

Pero hay niños sensibles que rechazan disfrazarse y para ellos no es algo divertido. Mi hijo Jonás es un claro ejemplo de ello. Nunca ha querido tampoco que se le pinte la cara (el cole es el único sitio en el que “se deja”, siempre que no sea mucho).

No es por timidez, -yo creía que como es un niño más bien serio, tal vez es que se sentía ridículo con una vestimenta que no es la habitual y que, además, suele ser incómoda-, pero tiene que ver más con las aglomeraciones y los ruidos. Algo muy frecuente en los NAS, que se saturan con tanta gente alrededor y el exceso de decibelios les incomoda mucho, por lo que suelen retirarse de la “primera línea” porque no se sienten a gusto.

Todavía tengo algún disfraz de cuando era pequeño sin estrenar porque no logré que se lo pusiera. Reconozco que, como madre, tal vez me hacía más ilusión a mi ver a mi peque disfrazado: ¡Es que era tan chulo y hubiese estado tan guapo …!

Niños sensibles que no quieren disfrazarse: respeta su decisión

Leyendo sobre el tema, recomiendan no forzarles ni intentar convencerles: si no quieren probablemente es porque no están preparados. Supongo que los NAS, que suelen ser más introvertidos e inseguros, no se encuentran cómodos con la ropa (ya sabemos que determinados tejidos o las etiquetas les resultan además molestas). Hay disfraces que les pueden asustar y, en general, el bullicio propio de estos festejos les supera y sobreestimula.

En muchos casos pueden llegar a sentir un miedo desproporcionado, sobre todo los más pequeños. Esto se puede deber, entre otras cosas, a que todavía no son capaces de diferenciar el mundo real del imaginario.

Sobre el miedo, decir que suele ir desapareciendo con el tiempo, de lo contrario requeriría de atención por parte de un profesional. Es importante no ridiculizar al niño/a por sentir esa emoción y respetarle. Reirse, decir “que no pasa nada”, “que tiene que ser valiente”, etc. son comentarios que no ayudan y pueden generar aún más nerviosismo en los pequeños NAS.

No le juzgues ni permitas que otros lo hagan. Podemos retirarnos a un lugar más tranquilo donde ellos se sientan seguros y tener paciencia, pues probablemente teníamos otros planes para disfrutar de ese momento y tenemos que improvisar dadas las circunstancias.

Nuestra labor como padres, en colaboración con el profesorado, será la de  acompañar esta emoción y no forzarles, empatizando con su forma de sentir este tipo de fiestas.

Respecto al carnaval del cole de mi hijo, si hace buen tiempo, salen todos los niños disfrazados y recorren el barrio cantando y bailando. Junto al profesorado, también participan de la fiesta los padres y madres que así lo deseen. Además, se hace una chocolatada para todos, pero a mi hijo tampoco le gusta.

Mucha gente y muchos estímulos por todos lados que pueden generar demasiado estrés para un NAS. Jonás no disfruta de la fiesta: el ruido es lo que más le incomoda y no puede con ello.

Y un carnaval sin ruido, pues eso, que no es carnaval… Hubo un año que no se encontraba bien y se libró de ir. Hoy me ha dicho que “qué pena no estar malo para quedarme en casa”. En fin, es lo que hay.

Dificultades para encajar

Pero lo que los niños de alta sensibilidad no saben es que están creciendo en una cultura, -la occidental-, que no favorece a las PAS (Personas Altamente Sensibles). El mundo no se diseñó teniéndoles a ellos en cuenta; y el hecho de que eso parezca ser normal,- las cosas son como son-, no hace más que incrementar la sensación inconsciente de que no están en sintonía.

Así, los NAS necesitan una ayuda extra para desarrollar una respuesta interior, un antídoto, ante la ignorancia general de lo que es y lo que necesita un NAS”, afirma la psicóloga Elaine Aron en su libro “El don de la sensibilidad en la infancia”.

Encajar es complicado y, como padres, no podemos evitar que nuestros niños sensibles se sientan fuera de lugar al no querer disfrazarse, mientras que la mayoría de sus compañeros de clase se desenvuelven sin problemas y se lo pasan genial.

Al final, llaman la atención y el resto de sus amigos no entienden por qué no quieren participar en la fiesta.

Creo que es necesario que aprendan a gestionar estas situaciones de la mejor manera posible aunque, sinceramente, cuando son muy pequeños no sé muy bien cómo podría hacerse.

Aislarse o evitarlas no es la solución, excepto en casos de NAS que no pudieran soportarlo. Exponerse a ellas poco a poco, tal vez, ayude a tolerarlas mejor. Os animo a compartir vuestras historias para aprender entre todos cómo ayudarles a afrontar estas situaciones.

¿Cómo viven vuestros NAS estas fiestas? ¿Qué hacéis para protegerlos de tanta estimulación sensorial?

Mamá Yomime

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