Cuenta Ted Zeff, psicólogo experto en alta sensibilidad y autor de varios libros sobre este tema, que la princesa Marta Luisa de Noruega le confesó que “ahora entendía por qué no encajaba con el resto de sus compañeros de clase”. Ella pensaba que sería por su pertenencia a la realeza pero resultó que ese no era el motivo.
“Siempre fui muy sensible a las emociones de otras personas. Desde pequeña puedo sentir el dolor ajeno. Si otra persona estaba triste, yo también lo estaba; si alguien lloraba, yo también lo hacía”, comentaba en 2013 al medio español ABC.
“Soy clarividente. No puedo ver el futuro, pero sí puedo percibir la energía en la gente”, aseguraba esta “peculiar” princesa que según he leído en prensa ha sido bastante criticada por su su afición sobre temas holísticos y esotéricos.
Dejando el tema espiritual, y centrándonos aquí más en la parte científica de este rasgo de la personalidad, Marta Luisa ha reconocido públicamente ser una PAS y explica que fue en la adolescencia cuando descubrió que era diferente, reprimiendo su sensibilidad. Esto fue lo que le provocó sentirse muy sola e insegura durante esa etapa.
El colegio: un lugar “hostil” para un niño sensible
En el ámbito escolar, si 2 de cada 10 niños presentan características de sensibilidad del procesamiento sensorial (no confundir con trastorno del procesamiento sensorial), esto significa que en cada aula contaremos con un pequeño grupo de NAS que pueden presentar dificultades de aprendizaje al no encajar en el sistema educativo actual.
Además, hay que tener en cuenta que el 80% de sus compañeros no son altamente sensibles y formar parte de una minoría que tiene un comportamiento un poco distinto llama la atención.
En el peor de los casos, ser diferente puede tener como consecuencia que sufran de acoso en la escuela (“bullying”).
Ser diferente llama la atención en la escuela
“Desde niños que tardan mucho en relacionarse al principio (porque primero necesitan observarlo todo bien antes de actuar) y esto provoca la preocupación de las maestras; hasta otros que no consiguen estar sentados/as más de unos pocos minutos o siempre están fantaseando. Niños y niñas algo volubles en sus emociones, que muchas veces no entran en el sistema pre establecido de determinados centros escolares”, afirma Eva Perea, -coach experta en alta sensibilidad- en su blog “Terapia y emociones”.
Además, antes de entrar por la puerta del centro escolar, los NAS ya tienen que procesar un montón de información que sus sistema nervioso ha ido captando desde el momento en que se despiertan por la mañana. No son niños rápidos, esto es, necesitan su tiempo para levantarse, vestirse y desayunar, etc.
Andamos siempre corriendo, con la presión de no perder el autobús y cuando el pequeño llega por fin a clase, no ha tenido todavía el suficiente tiempo material para gestionar toda estas cosas y necesitaría descansar, pero…
¡Se encuentra con un lugar hostil! Mucho ruido, mucho movimiento, abrumado por el resto de niños pueden llegar a bloquearse en clase por ese exceso de información que captan sus afinados sentidos.
Algunos optan por desconectar (es la manera en que su cerebro descansa) o, por el contrario, no pueden dejar de moverse y es a través del cuerpo la forma en que descargan la información.
Pero esta realidad no es muy conocida aún por el profesorado. Niños y niñas que se quejan de dolor de cabeza o de barriga después de la jornada escolar sin un motivo aparente, puede ser la consecuencia de esa sobrecarga a la que han estado sometidos durante mucho tiempo en la escuela.
Pero otro de los problemas que sufren los niños altamente sensibles y sus familias tiene que ver con la falta de información de los maestros sobre este rasgo de personalidad. Sobre todo en el caso de los NAS que se alteran como consecuencia de ese entorno tan estimulante que se crea en los centros escolares.
Los profesores pueden etiquetarlos erróneamente como niños con falta de límites, hiperactivos o poco respetuosos en el aula. Un nerviosismo y una agitación que es el resultado en la mayoría de los casos de ese exceso de estimulos.
Por ello, sería deseable que pudieran atender sus necesidades reconociendo cuándo el niño se está saturando para anticiparse y evitar así que pueda desbordarse emocionalmente.
¿Cómo es el día a día dentro del aula?
Me ha llamado la atención un apunte que hace Elaine N. Aron en su libro “El don de la sensibilidad en la infancia” en el que señala que las clases “suelen ser aburridas para los NAS dado que captan los mensajes de sus profesores a la primera, pero éstos tienen que repetirlos una y otra vez para el resto de los alumnos. Entonces, la cabeza del NAS empieza a divagar y deambular y, cuando vuelve se encuentra con que se ha perdido algo, lo cual también constituye un problema”, afirma la psicoterapéuta descubridora del rasgo de la alta sensibilidad.
A diario los niños con sensibilidad del procesamiento sensorial tienen que desenvolverse en un entorno que no es el ideal para ellos:
- RUIDOS: Sillas y mesas en movimiento, el griterío de los niños, la voz del profesor intentando poner orden o explicando la lección, etc., pueden ser demasiados decibelios para un NAS si se prolongan durante mucho tiempo. Algunos necesitarán desconectar, -dejando de prestar atención y abstrayéndose en su mundo- o podrían manifestar dolor de cabeza al encontrarse saturados sus sentidos.
Una solución sencilla para llevar mejor el día sería hacer pequeños descansos: salir de clase para realizar algún recado, aprovechar para ir al baño, sentarse junto a niños más tranquilos o ausentarse en alguna otra aula contigua si esto fuera posible.
Estas son algunas sugerencias que les podéis comentar al profesorado para que las tengan en cuenta.
Otro de los aspectos a valorar dentro de la escuela es la organización del espacio.
- EL DISEÑO DEL AULA. Nunca se me ocurrió pensar que el espacio físico de la clase pudiera influir en los niños. Si bien es cierto que cuando nuestra casa está recogida solemos encontrarnos más a gusto que cuando reina el “caos”, un aula ordenada, limpia, con el mobiliario cuidado y adaptado a los niños será el escenario perfecto para fomentar el aprendizaje; con una buena luz natural y temperatura agradable; que cuente también con espacios amplios y diferenciados que permitan a los alumnos aprender a distintos ritmos, etc. son tan sólo un ejemplo de cómo podría acondicionarse el lugar en el que nuestros hijos pasan gran parte del día. El exceso de carteles, imágenes y dibujos varios pueden resultar abrumadores para un NAS, ya que captan todos los detalles.
Es conveniente que los niños sensibles se sienten en las primeras filas cerca del maestro. De esta forma, se reduce su campo visual y evitamos que se estresen como consecuencia del gran número de estímulos que son capaces de captar.
- MASIFICACIÓN. Este punto es más difícil de controlar. Podemos adaptar la distribución del mobiliario y la decoración de la clase para que se adapte mejor a las necesidades de los niños de alta sensibilidad, pero poco podemos hacer para reducir el número de alumnos que conformarán cada grupo. Si fuera posible, lo ideal es buscar un colegio pequeño, que no esté masificado.
- EL PROFESORADO. El personal docente de referencia para los niños sensibles será determinante en la educación del menor. El trato amable y cercano, la forma de corregirles con suavidad, una mirada de apoyo, una sonrisa, en definitiva, empatizar con ellos mejorará su nivel emocional en clase, reducirá su estrés y estará en mejores condiciones para asimilar los conocimientos.
Aunque, como dice también Eva Perea, “el trato no tiene por qué ser especial o específico. Al igual que deberían conocer a cada personita que tienen en clase, lo mismo sucede con la personalidad que presenta un niño altamente sensible. Conocerlo/a es la mejor herramienta que tiene cualquier profesora o profesor para lidiar día a día con ellos.”
- DIVERSIDAD. Dentro de los centros escolares suele verse como un inconveniente el tener que tratar con menores de diferentes etnias, culturas, clases sociales o niños diagnosticados con trastornos varios (autismo, hiperactividad, déficit de atención, entre los más comunes). La falta de recursos materiales y personales supone todo un reto para el profesorado que tiene que educar alumnos tan distintos. Sin embargo, es un hecho que la diversidad enriquece a la gente y un NAS puede verse beneficiado especialmente porque, entre tanta variedad de personalidades, no se van a sentir tan “raros” y el paso por este tipo de centros que apuestan por la diversidad se convierte en un entrenamiento para la vida.
Aunque yo también soy de la opinión de que no es recomendable hacer distinciones con los NAS, sin embargo sí creo que necesitan tener una figura de apego en la escuela sobre todo cuando son muy pequeños.
Separarse de sus padres les duele más que a otros niños, por lo que resulta vital contar con la colaboración del profesorado para que les acojan con empatía, acompañando sus emociones tan intensas, encontrando un referente que les apoye y dé seguridad en ausencia de la familia.
Recordemos que son muchas las horas que pasan nuestros niños y niñas en el cole… Demasiadas.