Aprender a ir al baño es algo que todos los niños y niñas tienen que hacer. El control de los esfínteres es un proceso que suele llevarse a cabo a partir de los dos años. Algunos niños altamente sensibles pueden presentar problemas a la hora de dejar el pañal.

Hoy quería compartir por aquí mi experiencia con mi hijo cuando llegó la hora de dejar el pañal y aprender a ir al baño.

Por muy difícil que pueda resultar esta aventura, la buena noticia es que lo lograrán antes de lo que piensas.

Salvo que exista un problema previo diagnosticado por su pediatra, claro. Como me decía la profesora de infantil que tuvo Jonás, “ningún niño se lo hace encima con 18 años”. Cuando llegó el momento de decirle adiós, mi hijo tenía casi tres años.

Dejar el pañal: primer intento

Suele ser habitual aprovechar el verano para estas cuestiones. Decidimos comenzar esta aventura durante las vacaciones en el pueblo.

Así, cuando comenzara a ir a la escuela, estaría libre por fin de este inseparable invento de celulosa que le acompañaba desde el nacimiento. Me puse a ello, pero … no fui capaz de conseguirlo.

Y me comencé a estresar, pensando que la culpable era yo.

Con la presión social y el tema del cole, nos vemos obligados a realizar de forma precoz tareas para las que todavía no están preparados los niños, sean o no altamente sensibles.

Afortunadamente, buscando consejos sobre cómo hacerlo, (estos los he encontrado en Bebés y Más y te lo explican muy bien) leí que controlar los esfínteres ”es un acto madurativo, como lo es caminar o hablar”.

Es un proceso en el que están implicados aspectos neurológicos, psicológicos y emocionales.

Por tanto, no es algo que les podamos enseñar, sino que lo harán cuando estén preparados para ello. Hay que esperar a que  el esfínter se haya desarrollado. Sólo entonces, podrá enviar  una señal al cerebro de cómo, por ejemplo, la vejiga está llena. Si esa musculatura tiene fuerza suficiente para contraerse y aguantar, -porque ya ha madurado-, no se le escapará la orina y le dará tiempo a llegar al “excusado”.

A los NAS les puede dar vergüenza pedir permiso para ir al baño en el colegio y se aguantan, lo que puede conllevar problemas de estreñimiento.

Por tanto, mi consejo es no apresurarse.

Dice Elaine N. Aron en su libro El don de la sensibilidad en la infancia, que  “esperar hasta que tu NAS sea un poquito más mayor (…) puede ahorrarte problemas a largo plazo”.

Si bien es cierto que muchos niños altamente sensibles suelen mostrarse incómodos con los pañales sucios y esto te facilitará las cosas, es necesario que estén preparados.

Las prisas no son buenas para dejar el pañal

Jonás era el único de su clase que empezó el curso con pañal.

Decidimos su maestra y yo trabajar de forma coordinada para detectar cuándo estaba listo mi hijo para dar el paso. Ella comenzó a darse cuenta de que Jonás ya quería ir al baño con los otros compañeros de clase y se mostraba ya incómodo con el pañal.

Aprovechando las vacaciones de Navidad lo consiguió y apenas tuve que lavar ropa “meada”. Fue rápido y tampoco necesitó usarlo por la noche.

Además, cuando se intenta antes de tiempo y no se logra, la autoestima de los niños se puede ver afectada por ello. Las prisas aquí tampoco son buenas compañeras de viaje.

Todo llega a su tiempo.

Para Elaine Aron, “uno de los mejores métodos de aprendizaje de los hábitos del baño para un NAS consiste en dejarle el orinal en un sitio prominente y permitir que vaya desnudo, manteniendo un ambiente casual, sociable y privado; es decir, solamente tú y el niño”.

Un buen consejo de esta psicóloga norteamericana, a quien debemos el descubrimiento de este rasgo de la personalidad, para poder acompañar a nuestros hijos sensibles, sin forzarles.

Me gustaría compartir una anécdota que corrobora mi afirmación anterior de que las prisas no son buenas con los NAS.

En primaria se organizó una excursión del cole en la que los niños iban a visitar una granja-escuela durante tres días.

En la reunión con los padres, escuché a dos madres comentando con la profesora su preocupación por sus hijos al dormir fuera de casa, ya que ¡todavía usaban pañal por las noches!.

Desconozco si tendrían algún problema de enuresis nocturna. Sólo sé que, después de creer que mi hijo era el que más tiempo había tardado en dejar el pañal, creo que hice lo correcto. Respetar su ritmo de crecimiento y buscar el momento oportuno.

Problemas a tener en cuenta con tu NAS

Éstas son algunas de las dificultades que presentan los niños altamente sensibles por las características propias de su rasgo:

  • Quejarse porque el inodoro o el orinal está frío o muy duro.
  •  Les molesta el ruido de la cisterna al dar el agua.
  • Como consecuencia de su intenso sentido de la privacidad, pueden sentir vergüenza en esos delicados momentos …
  • Le incomoda la ropa interior (costuras, etiquetas, telas, etc.)
  • El papel higiénico es áspero y les resulta desagradable al tacto. Les puede irritar la piel.

Con el tema del papel higiénico, no hace tanto tiempo, mi hijo Jonás tenía también algo que decir …

Resulta que compré un paquete grande con un montón de rollos de higiénico de 32 unidades. El envase por fuera era el mismo que el que suelo adquirir habitualmente: suave, doble capa pero éste en concreto no era de los compactos (esas bobinas que tienen más metros que los normales y que suelen contener 6 rollos).

El caso es que cuando Jonás tuvo que hacer uso de ellos, enseguida me dijo que no era el mismo, “que era diferente”.

Yo también me había dado cuenta, pero no le di mayor importancia.

Para eso ya tengo un NAS en casa al que no se le pasa ningún detalle. Así que compré otro paquete para comprobar si había alguna diferencia, pues tenía curiosidad por descubrir el por qué éste era más áspero si aparentemente parecían iguales.

Efectivamente, pese a que yo pensaba que lo único distinto era el número de unidades, -al no ser de los paquetes compactos-, resulta que ni la textura de la celulosa ni los dibujos de flores coincidían.

Sin embargo, el diseño del embalaje exterior sí era igual. Desconozco el motivo, pero me llamó la atención, sin más.

Éste es tan sólo un ejemplo cotidiano de aquellas situaciones curiosas que vivimos con nuestros niños y niñas altamente sensibles. Seguro que se os ocurren muchas más, ¿verdad?

Por cierto, lo que Jonás no sabe es que las que tenemos ya una edad conocimos aquí en España un ”exfoliante natural” a la hora de ir al baño conocido popularmente como el papel “del elefante”.

Ese sí que era áspero, ¿lo recordáis?

Un abrazo,

Mamá Yomime