Cuando Jonás era pequeño, estando de vacaciones de verano en casa de mis suegros, tuvo un pequeño incidente.
Era de día ya, pero todavía no nos habíamos levantado.
Jonás dormía en la habitación de al lado y me llamó:
– ¡Mamá!, – dijo débilmente.
Yo le escuché, pero no le hice caso para ver si, -con suerte-, no se despertaba aún y nos quedábamos un ratito más acostados.
Pero volvió a reclamarme al poco tiempo, …
– ¡Mamaaá!, -insistió de nuevo.
Seguí sin responderle, pero permanecí alerta por si acaso …
– ¡Mamá, SOCORRO! , -gritó de repente mi hijo.
Ahora sí. Me levanté de la cama como un cohete para acudir a su lado.
Resulta que mi pequeño rubito se había girado mientras dormía y acabó sepultado bajo la ropa de cama sin encontrar la salida. Aún soñoliento y desorientado, el pobre tuvo la habilidad de llamarme pidiendo ayuda.
Todo esto, mientras su padre dormía tranquilamente sin enterarse de nada.
¡Instinto de supervivencia! Bien saben nuestros hijos e hijas a quién tienen que avisar, ¿Verdad?
Porque una madre, es una madre. Hoy y todos los días del año.
Que paséis un bonito día.
Un abrazo para todas las mamis de esta comunidad.
Mamá Yomime