Los niños y niñas altamente sensibles necesitan mucho contacto físico para sentirse seguros. Su alta demanda puede resultar agobiante para ti, sobre todo si eres una madre PAS.
Tener un hijo/a supone un cambio muy importante en la vida de una mujer. Tus rutinas ya no pueden ser las mismas que las de antes de dar a luz. Ahora dispones de menos tiempo para ti y acabas el día agotada. ⠀⠀⠀⠀⠀
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La “idealización” de la maternidad tampoco ayuda, sobre todo, si el recién nacido es altamente sensible. Pero el desafío puede ser aún mayor si tú también compartes este rasgo con tu pequeño.
Si no fuera por Jonás, yo jamás hubiera llegado a conocer la sensibilidad del procesamiento sensorial. Es más, incluso me veía un poco insensible, arisca ya que en mi familia no somos de besos y abrazos.
La vida me regaló un hijo muy, muy cariñoso, que demandaba mucho afecto y quería estar siempre pegadito a mí. Poco autónomo, parco en palabras, muy observador y prudente, yo veía que no era igual a otros niños que disfrutaban de las fiestas y de las típicas «cosas de niños» que creía deberían gustarle por su edad.
ERROR.
Buscar información para comprenderlo a él me llevó a descubrir este rasgo. Saber que esta forma de ser tiene un componente genético, me movió a querer saber más sobre si yo también sería una madre PAS.
El autocuidado: una herramienta para madres sensibles
Por ello, seas o no una madre PAS, tu hijo altamente sensible exigirá de ti muchas atenciones. Gestionar sus reacciones intensas no es fácil. Muchas veces no sabrás qué hacer. Un abrazo es un gesto sencillo que suele obrar milagros para calmarles, aunque algunos NAS pueden no tolerar bien el contacto en esos momentos difíciles.
En mi opinión, lo más importante es controlar tus propias emociones/reacciones para no explotar también y entrar en un bucle los dos: la clave eres tú, mamá.
RECOMENDACIONES:
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– Si eres PAS, mantener controlada tu alta sensibilidad es vital. “Cuídate para poder cuidar”.
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– No pretendas ser perfecta, ni te sientas culpable si las cosas no son como te gustaría.
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– Para contener a tu hijo es bueno conectar con sus emociones. Pero empatizar sin involucrarse en exceso, sobre todo si tú también eres altamente sensible.
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– No te juzgues duramente si no llegas a todo. No pasa nada y, sobre todo, no te compares con otras madres.
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– No le estás malcriando. Seguro que es algo que oirás en más de una ocasión. ¡Fuera culpas! Lo estás haciendo bien. Tienes un hijo un poco diferente, más sensible y demandante que otros niños. Por tanto, exigirá más cuidados y atenciones por tu parte. Necesita tenerte cerca. Eso le dará seguridad para crecer con una autoestima saludable.
– Paciencia. La vas a necesitar. No son niños fáciles que comen y duermen (ya nos gustaría). Su hipersensibilidad a los ruidos, las texturas de la comida, de la ropa; su ritmo lento, la dificultad para los cambio, para salir de su zona de confort, etc. nos desestabilizará si no sabemos gestionar nuestras emociones y cuidarnos tras un día difícil o complicado en el trabajo, por ejemplo.
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– Disfruta. No todo va a ser sufrir. Aprovecha el regalo que es ser altamente sensible para impregnarte del olor de tu bebé, de sus risas y de sus progresos; de su cara cuando se le caiga el primer diente y la ilusión con la que vivirá la llegada del Ratoncito Pérez … No todo el mundo es capaz de sentir a ese nivel. ¡No te lo pierdas!