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En este apartado nos centraremos en dar recomendaciones para padres/madres y cuidadores. Si te dedicas al campo de la enseñanza, en Consejos para el profesorado encontrarás información para aplicar en el aula.

Sobre la crianza de un niño/a altamente sensible, es muy importante que seamos conscientes de que el tipo de crianza que adoptemos para nuestros hijos e hijas puede marcar la diferencia. Un NAS prosperará en un entorno en el que se sienta seguro y en el que los progenitores acepten su forma de ser sin pretender cambiarle. Por ello, ayúdale a manejar sus peculiaridades, a ver que ser diferente es algo bueno.

Estos niños NO tienen ningún trastorno, pero sí es cierto que podría llegar a serlo de no atenderse adecuadamente. Es por ello que el papel de los padres es fundamental para criar hijos felices. Requiere de un mayor esfuerzo por su parte acompañar una infancia en la que todo les afecta más que a otros niños de su edad.

Como dice Elaine Aron “para que todo esto pueda florecer, deben ser criados con absoluto entendimiento. (…) Criados con el cuidado y entendimiento adecuados, los niños de alta sensibilidad no son más problemáticos que los niños menos sensibles y pueden convertirse en adultos felices, sanos, extraordinariamente bien ajustados y creativos”, afirma la psicóloga norteamericana que puso nombre a este rasgo.

La culpa es una emoción muy perjudicial que sufren la mayoría de los NAS

Podemos destacar cuatro aspectos básicos que hay que trabajar para criar a un NAS feliz: una autoestima fuerte, reducir la culpa, fomentar una disciplina sensata y una comprensión positiva de la sensibilidad.

  • Autoestima: ésta tiene que ver con la imagen que uno tiene de sí mismo. Esa percepción puede estar condicionada por los mensajes que desde la más tierna infancia van incorporando los niños y niñas y que no podemos controlar. Lo que sí podemos hacer es preparales, es decir, desarrollar una respuesta para que interprete adecuadamente la información que le llega de un mundo que no favorece a las personas con un sistema sensorial más desarrollado. Si por la forma de ser de los NAS, -que suelen llamar la atención por ser algo distintos al resto-, reciben mensajes sobre su persona que interpretan como que hay algo malo en ellos, desarrollarán carencias que arrastrarán en su vida adulta.  Por ello, potenciar sus fortalezas es siempre una buena idea. Animarles mucho les ayudará a florecer, así como fomentar su autonomía  servirá para darles seguridad. Y sentirse seguros contribuye a construir una autoestima saludable.
  • Reducción de la culpa. Utilizar la culpa como método de disciplina nunca es una buena opción. Aunque los adultos solemos tenerlo muy interiorizado, es un hábito que tenemos que desterrar. Hay que prestar especial atención a las burlas, pues los NAS las pueden tomar  muy en serio y sentirse mal por ello, así como evitar las comparaciones.
  • Disciplina sensata. Este punto tiene que ver con la manera en que es recomendable corregir a un NAS. Siempre hazlo con suavidad, pues aprenden mejor de esta forma. Muchas veces, el tono de voz será suficiente para que se dé cuenta, ya que tienden a procesar la información de forma profunda sintiendo remordimientos por su conducta. Primero, es mejor que esté tranquilo para decidir después que consecuencias aplicar en función de las circunstancias y de su edad. Cuidado con nuestro propio estado de excitación, puesto también hemos de estar calmados.
  • Saber cómo hablar de sensibilidad. Con los hijos e hijas, hay que adaptar el discurso lógicamente a su edad y hacerle ver que hay más personas altamente sensibles y no tiene por qué ser un problema. Muéstrale el lado positivo, aquellas ocasiones en las que ser sensible supuso una ventaja.

«Mamá, es que ser sensible suele»

Así se titula el primer capítulo de «El viaje de tu vida». Escrito por Lucía Galán Bertrand, esta conocida pediatra comienza su libro con una carta dedicada a su hijo Carlos y a todos los niños y niñas que, al igual que él, son altamente sensibles.

«Lo supe desde que naciste. Llorabas mucho, te despertabas mucho, mamabas mucho. Desarrollaste tus sentidos rápidamente», relata.  Tras comprender cómo era su hijo, Lucía explica cinco aspectos importantes a tener en cuenta y que han supuesto grandes aprendizajes para ella en la relación con su hijo.

  1. Acéptate como eres y acepta a tu hijo como es. Recomienda detectar sus puntos fuertes para potenciarlos, además de evitar juicios o etiquetas que le perjudiquen. «Ser sensible es una cualidad maravillosa y extraordinaria. Házselo sentir así», afirma.
  2. No metas a tu hijo en una burbuja. La sobreprotección no le permite desarrollar las habilidades necesarias para desenvolverse en la vida. Apóyale y ayúdale a levantarse cuando lo necesite.
  3. Empatizar sin sobreempatizar. Si eres una mamá altamente sensible será fácil que no seas capaz de avanzar y que esos sentimientos de tu pequeño te arrastren a ti también. Para poder acompañarle, mantén distancia y no empatices demasiado.
  4. «Pase lo que pase te apoyaré siempre. Confío en ti». Me encanta esta frase de Lucía para fortalecer su autoestima, un recurso muy potente para repetírselo las veces que sea necesario, como si fuera un «mantra».
  5. Dile lo orgulloso/a que estás de él. «Enséñale a sentir que la sensibilidad no es un defecto, sino una virtud, un don y un valioso talento», aconseja a los padres.

No podrás evitar que se caiga, pero en nuestra mano está que se levante cada vez

-Lucía Galán Bertrand-

Tenéis el capítulo completo en la cuenta de Instagram de @luciamipediatra. Unas páginas llenas de sensibilidad.

La importancia de establecer límites saludables

Elaine Aron destaca también que los NAS “precisan de más ayuda que el resto a la hora de establecer límites. Su mayor capacidad para absorber información, además de ser más sensibles a lo que piensan, sienten y dicen los demás, pueden sentirse abrumados e ignorados”.

Una buena gestión de los cuatro puntos que hemos citado arriba permitirán a los niños sensibles sentirse más cómodos siendo como son. Estar a gusto con uno mismo nos acerca a la felicidad. Aprenderán a dejar entrar todo aquello que les resulta beneficioso y serán capaces de dejar fuera o no hacer caso a toda la información que les pueda perjudicar. Por tanto, ser selectivo es la clave. Decidir con qué niños y niñas quiere relacionarse; evitar hacer cosas que hace el resto porque le desagradan (jugar al fútbol en el recreo, por ejemplo); o que no le aportan, etc.

Por otra parte, también podemos ayudarles exponiéndoles poco a poco a aquellas situaciones que les generan ansiedad, con paciencia y de forma constante, para que se familiaricen. Ya sabéis que no les gustan los cambios, por lo que salirse de sus rutinas suele desestabilizarles.

Permitirles que liberen sus emociones, dejad que se expresen pues contenerse es contraproducente y les produce inseguridad. Es necesario que se sientan acompañados, comprendidos y no juzgados por sus reacciones, en muchas ocasiones, de una intensidad que les desborda y no son todavía capaces de manejar. Con tu ayuda, poco a poco, lo conseguirán. Sé paciente. Te necesitan.