Este momento coincide con la llegada de la tan temida adolescencia. Sin embargo, muchos NAS os sorprenderán gratamente.
El primer año de instituto supone para los niños con el rasgo de la alta sensibilidad un cambio importante. Nuevos profesores, nuevas instalaciones, nuevos compañeros , etc. Ya nada es igual que en la escuela, donde se sentían seguros. Los niños altamente sensibles tendrán que explorar un territorio diferente. Pero no tiene por qué ser vivido como una mala experiencia. Este momento coincide con la llegada de la tan temida adolescencia.
Hace algo más de un año, en un artículo que escribí en Facebook sobre la adolescencia, al final del texto os comentaba una pequeña anécdota.
Resulta que me había apuntado en el cole de mi hijo a la Escuela de Padres, unas reuniones semanales en las que aprendíamos sobre cómo criar a nuestros hijos e hijas. Cuando hablamos sobre la adolescencia, la impresión generalizada del resto de personas que allí coincidimos era la de un miedo exagerado hacia esta etapa de la vida.
Sin embargo, yo lo que tenía era CURIOSIDAD…
Sí, curiosidad por saber en qué se convertiría ese pequeño niño sensible que tanto me estaba costando criar.
Ya he comentado por aquí más veces que con Jonás siempre he tenido esa sensación de que mi hijo «me quedaba grande». Sobre todo, antes de saber que era una niño altamente sensible. Y muchas de vosotras también me habéis transmitido que os sentíais igual, perdidas sin comprender qué era lo que les pasaba.
Pues bien, ese momento ya ha llegado. Y no hay vuelta atrás. ¡Tengo un adolescente en casa!
Acerca de la sobresaturación
Uno de los factores que definen la alta sensibilidad es la sobreestimulación y en el instituto no es fácil escapar de ella.
Desde pequeños, la exposición de los NAS a los estímulos que le rodean constituía una serie de molestias que condicionaban su comportamiento (rabietas, intensidad emocional, hipersensibilidad, ruidos y luces brillantes, etc.). La vida académica y el entorno escolar suponían además una fuente importante de estrés.
Ahora, una de las cosas que llamarán vuestra atención es que su sensibilidad se va a reducir en la adolescencia. Incluso serán capaces de escuchar la música “a todo volumen” sin alterarse. También se animarán a hacer más cosas porque tienen una capacidad mayor para absorber la información, por lo que tardarán más en sobreestimularse.
¿Pero, qué ha pasado? ¿Me habrán cambiado a mi NAS?
Parece ser que esta mayor adaptación al cambio de los niños altamente sensibles (ya no se paran tanto a observar y procesar en profundidad antes de actuar) tiene su origen en dos posibles causas: el aumento hormonal y la maduración del cerebro. El neo-cortex, que es el encargado de las funciones ejecutivas y del aprendizaje, entre otras, está ahora ya maduro.
Durante la adolescencia, la alta sensibilidad se reduce en los jóvenes y la vida en el instituto no tiene por qué ser un problema
También puede influir el entusiasmo de estar ahí afuera, en el mundo …
Sí, precisamente ese mundo abrumador que siempre había sido “excesivo” en su infancia y que les impedía sentirse a gusto, en sintonía con él.
Los NAS adquieren ahora nuevas capacidades y podrán hacer cosas que antes ni imaginaban.
Aunque ¡cuidado!… Elaine Aron, la psicóloga norteamericana que descubrió este rasgo, nos advierte de que algunos jóvenes altamente sensibles pueden “asumir retos sumamente difíciles, o incluso peligrosos, con el fin de demostrar que no son diferentes de los demás”.
Pura energía
En esta etapa de cambios que es la adolescencia, lo que más me ha llamado la atención de Jonás es su energía.
Desde el verano pasado, no sé si es la testosterona o qué, pero tiene una fuerza brutal. Y eso que es bastante «tirillas» (delgado) y sigue siendo mal comedor.
Regresaba del instituto cargado con una mochila llena de libros que pesaban una barbaridad. Y me decía que no, que no era para tanto. Os puedo asegurar que sí, que era ideal para hacerte una avería en la espalda.
Pero, cabezón como es, no había manera de hacerle entender que la aligerara un poco y dejase en clase los libros que no fuera a usar.
Me alucina ver cómo ha ido cambiando en estos últimos meses. Ser testigo de su transformación física al abandonar su cuerpo de niño me genera sensaciones contradictorias: curiosidad por saber cómo será el hombre en el que se convertirá y, por otro lado, nostalgia al ser consciente de que su infancia se esfuma ante mí y ya solo me quedarán los recuerdos y las fotos de su niñez …
¡Menos mal que tengo un montón! ¡Ah! Y una caja de recuerdos donde le guardo una selección de cosas por si algún día le hace ilusión tener.
Primer año de instituto
Este curso ha sido el primero en el «insti» para Jonás, después de haber repetido 6º de primaria. Pese a los miedos iniciales que yo tenía por los cambios que se avecinaban ( otro centro, otros profesores, nuevos compañeros de clase …), resulta que ha estado ENCANTADO.
No sé si es porque se siente más «adulto», el caso es que no ha tenido ningún problema y se ha adaptado genial.
Como decía Elaine Aron, es en la adolescencia cuando la sensibilidad del procesamiento sensorial (que es el término científico con el que se conoce a este rasgo) se encuentra en sus niveles más bajos. No se ven tan afectados por los estímulos del entorno y toleran mejor las situaciones nuevas.
Aunque cada niño es un mundo y no todos van a reaccionar igual, su alta sensibilidad tiende a reducirse en el instituto. Dependerá también de otros factores (autoestima, cómo ha sido su crianza, su grado de madurez, etc.)
En cuanto a los resultados académicos, ha mejorado mucho. Y tengo claro que ha sido porque se ha encontrado muy cómodo en clase, un requisito imprescindible para aprender. Sobre todo si eres un niño de alta sensibilidad.
Esto se ha reflejado en sus notas: ha aprobado todo.
Para poder aprender es necesario que los NAS se encuentren a gusto en el aula
No me lo podía creer. Estaba tan contenta que necesitaba compartir mi alegría.
Por ello, el informe de la primera evaluación se lo envié a la que fue su profesora en 5º de primaria. Su dedicación y esfuerzo para con mi hijo tuvo, al fin, su recompensa. Se alegró mucho de ver sus progresos. Me dio mucha pena cuando se fue a otro colegio, ya que habíamos conectado muy bien.
Como regalo de despedida, le escribí esta «Carta a la maestra de Jonás» en agradecimento por su trabajo. Todavía me emociono cada vez que la leo…
En la segunda evaluación también aprobó todo, e incluso mejoró en algunas asignaturas. Estas notas fueron para otra de sus profesoras, también muy implicada con mi hijo… Ya sabéis, dicen que «es de bien nacidos ser agradecidos» y yo deseaba compartir con ellas estos momentos.
Después llegó el coronavirus. El mundo se paró y los niños tuvieron que adaptarse al igual que los adultos a las nuevas circunstancias: a «trabajar» desde casa.
El primer año de instituto de Jonás ha concluido satisfactoriamente y me hacía ilusión compartir nuestra experiencia con vosotros/as , que sois madres, padres, maestros, psicólogos, etc … y que formáis parte de esta pequeña comunidad de almas sensibles.
También, para que le perdáis el miedo a la adolescencia y a los cambios que se avecinan. No siempre todo tiene que ser negativo. A veces, nuestros hijos e hijas nos sorprenden.
La vida en el instituto: cómo afrontarla desde la alta sensibilidad
El paso de la escuela al instituto supone una gran cantidad de cambios para los jóvenes, sean o no altamente sensibles. Pero para un NAS pueden resultar especialmente caóticos.
Las instalaciones suelen ser más grandes que las de su antiguo colegio y los pasillos pueden resultar muy ruidosos y estresantes. A diferencia de la escuela, aquí tienen diferentes profesores para cada asignatura y han de cambiar varias veces de clase durante la jornada.
“Esto es con lo que se enfrenta tu hijo a diario, por no mencionar un espacio físico y social cada hora, con diferentes exigencias académicas procedentes de diferentes tipos de profesores”, describe Elaine Aron.
El hecho de ser una persona singular puede ser una ventaja a estas edades
Algunas recomendaciones a tener en cuenta:
- Es importante que sepan y sean plenamente conscientes de su alta sensibilidad, para que no crean que les pasa algo malo y puedan actuar acorde a su manera de sentir.
- Buscar lugares tranquilos donde haya menos estímulos para poder hacer descansos, como la biblioteca, un aula vacía, pasear por zonas tranquilas del patio, etc.
- Practicar algún deporte es siempre una buena opción para deshacerse del estrés diario.
- Buscar el equilibrio en las actividades que realice. Puede sentirse presionado en esta edad para realizar tantas cosas como hacen los demás compañeros.
- No ser duros consigo mismos. El hecho de ser diferentes puede hacer que se juzguen porque no encajan en el grupo y opten por aislarse.
- Cuando necesite retirarse, un truco que viene bien para no tener que dar explicaciones es comentar que padece de migrañas. Un dolor de cabeza es algo que todo el mundo entiende y respeta, ya que nadie va a comprender por qué le afectan tanto determinadas situaciones por tener un sistema nervioso más receptivo.
La vida en el instituto tiende a mejorar con el tiempo e incluso, como apunta la psicóloga Elaine Aron, “con frecuencia, las diferencias y el hecho de ser una persona singular se convierten en una ventaja a estas edades”. Hay mucha más gente con la que poder disfrutar de intereses comunes y poder destacar en aquello que les gusta, afirma.
Si queréis leer más sobre esta etapa, en la sección adolescencia os dejo más información que espero os resulten de utilidad.
Gracias por leerme.
Mamá Yomime.