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La alta sensibilidad en la adolescencia y juventud es una etapa de la vida que se desarrolla entre los 14 y los 18 años.

La psicóloga norteamericana Elaine Aron, en su libro “El don de la sensibilidad en la infancia“, dedica un capítulo entero a hablar sobre los adolescentes y los jóvenes adultos altamente sensibles.

Después de la ardua labor de crianza que los padres y madres de un NAS hemos llevado a cabo, toca ahora afrontar nuevos retos. Son muchos los cambios -tanto a nivel físico y neurológico como de carácter social- que se dan en este momentos.

La tan temida adolescencia ya está aquí pero, para nuestra tranquilidad, “la buena noticia acerca de los adolescentes sensibles es ciertamente magnífica, tanto para sus progenitores como para la sociedad; y es que los adolescentes sensibles no presentan muchos de los problemas que presentan otros chicos de su edad”, afirma Aron.

Es necesario que estén bien informados de cuáles son las conductas de riesgo (consumo de drogas, alcohol, etc.) para que sean conscientes de los peligros que éstas conllevan.

De esta forma,  no se  involucrarán en temas  ilegales, pues suelen ser sensatos y cautos, a la vez que tenderán a respetar las normas establecidas.

Sin embargo, en esta etapa se van a producir inevitablemente situaciones nuevas.

Con la llegada de la pubertad, sean o no altamente sensibles, van a vivir muy confundidos, llenos de inseguridad, ya que tienen que despedirse del cuerpo de niño y descubrir un nuevo cuerpo. Y estos cambios se producen en un corto período de tiempo.

Muchas veces no sabremos si estamos hablando con la versión adulta de nuestro hijo/a o con la versión infantil.

Los NAS generalmente intentarán convertirse en adultos lo antes posible.

Y tendremos que continuar cultivando la paciencia con ellos.

Los NAS son los adolescentes “ideales”, según afirma Elaine Aron, psicoterapeuta descubridora del rasgo

A diferencia de la pubertad, que es algo biológico, la adolescencia es un proceso social (de hecho, existen culturas en las que esta etapa no existe) en el que hay tres aspectos claves a tener en cuenta:

  • Hay que redefinir su papel en la familia, ya que es más autónomo y se puede defender. Son capaces de razonar y reflexionar en profundidad. Es probable que te sorprendan con la originalidad de su pensamiento.
  • Sueñan con qué van a ser en la vida, qué estudiar, qué amigos elegir, tienen sus propios gustos, valores personales, etc. Su vida interior suele florecer, así como sus talentos. Necesitan  contemplar estos aspectos.
  • La identidad sexual, que es la relación con los otros/as que les gustan. Tendrán que trabajar sus limitaciones y miedos propios de la edad como la timidez o su falta de experiencia.

El desafío a la hora de hacer frente a todo lo anterior es que la sociedad actual será la que les imponga cómo hay que ser.

Y esto sí puede ser un reto importante para los jóvenes pas, dado que su personalidad altamente sensible suele chocar con las normas establecidas, resultando complicado encajar.

Los adolescentes altamente sensibles llaman la atención porque suelen ser muy educados, comprometidos y no soportan las injusticias.

Pero veamos en detalle qué cambios vamos a observar en los jóvenes. Algunos de ellos os sorprenderán …

Alta sensibilidad en la adolescencia y sobreestimulación

Uno de los factores que definen la alta sensibilidad es la sobreestimulación.

De pequeños, la exposición de los NAS a los estímulos de su entorno constituía una fuente de molestias que condicionaban su comportamiento (rabietas, intensidad emocional, hipersensibilidad, ruidos y luces brillantes, etc.)

Una de las cosas que llamarán vuestra atención es que su sensibilidad se va a reducir en esta etapa de la vida. Incluso serán capaces de escuchar la música “a todo volumen”.

También se animarán a hacer más cosas porque tienen una capacidad mayor para absorber la información, por lo que tardarán más en sobreestimularse.

¿Pero, qué ha pasado? ¿Me habrán cambiado a mi NAS?

Parece ser que esta mayor adaptación al cambio (ya no se paran tanto a observar y procesar en profundidad antes de actuar) tiene su origen en dos posibles causas: el aumento hormonal y la maduración del cerebro. El neocórtex, que es el encargado de las funciones ejecutivas y del aprendizaje, entre otras, está ahora ya maduro.

También puede influir el entusiasmo de estar ahí afuera, en el mundo, …

Sí, precisamente ese mundo abrumador que siempre había sido “excesivo” en su infancia y que les impedía sentirse  a gusto, en sintonía con él. Los NAS adquieren nuevas capacidades y podrán hacer cosas que antes ni imaginaban.

Aunque ¡cuidado!… Elaine Aron nos advierte de que algunos jóvenes altamente sensibles pueden “asumir retos sumamente difíciles, o incluso peligrosos, con el fin de demostrar que no son diferentes de los demás”.

Consejos para acompañar la alta sensibilidad en la adolescencia y juventud

Aunque muchas veces no sepamos con seguridad con qué versión (adulta o infantil) de nuestro hijo/a estemos tratando, seguimos siendo los progenitores los responsables de aportar criterios para que puedan estar en el “afuera” con seguridad.

Requieren de más  tiempo para experimentar y adaptarse a su nuevo cuerpo y a una nueva identidad.

Tenemos que respetar su privacidad, sus necesidades -pero dejando claro que el resto de la familia también las tiene-, y las normas de convivencia: ruido, higiene, horarios, tareas domésticas, etc.

Darles responsabilidad. Han de ser más autónomos, trabajar su autoestima y su tolerancia a la frustración.

Llega también el momento de hacer frente a otro duelo: ir desprendiéndose de los padres. Durante la infancia ya han ido afrontando otras rupturas como dejar tomar pecho, quitar el chupete, ir a la guardería, dormir fuera de casa, etc. Si estas se han desarrollado de forma satisfactoria, este nuevo reto de “soltar” será un paso más en su camino hacia la vida adulta.

Los adultos tenemos que ponernos en una posición de disposición, esto es, sin violentarles, ya que tenemos que asumir que ya no nos van a contar sus cosas (preferirán hacerlo con sus amigos) y tener paciencia con ellos y con los repentinos cambios de humor propios de esta etapa.

Los padres y madres tendremos que hacer también nuestro propio “duelo” y asumir que tienen que construir su proyecto de vida.

En este punto, quisiera añadir que tampoco se trata de dejarles “sólos ante el peligro”. La adolescencia es un proceso de adaptación para los cambios que se avecinan y nuestra labor continúa. Consiste en que sigan aprendiendo pero en un entorno controlado.

Esta etapa no dura siempre, pero hay que darles tiempo para poder estar en el mundo con  seguridad y necesitan, más que nunca límites que les orienten y que se trabajan dentro del ámbito familiar.

Necesitan de sus padres, aunque quieran hacerte ver lo contrario. En este podcast del blog Cuentos para Crecer tienes más información.